Mirar y ver

Puede que esta entrada no tenga absolutamente nada que ver con el teatro, o sí, no lo sé. Hace algún tiempo me surgió una pregunta totalmente personal: ¿por qué no sé hacer fotografías con el móvil? Aunque podemos cambiar el no sé por un no me gusta. No encuentro el mismo valor (entiéndase como se entienda) en una fotografía hecha con el teléfono que con mi cámara. Hace un tiempo, mientras viajaba de vuelta a Madrid iba preguntándome el motivo. Fotografiar, para mí, es una forma de escritura; cambia el medio: no escribimos con palabras, escribimos mediante imágenes. Aunque, ¿qué perseguimos cuando escribimos si no es crear imágenes? Círculo vicioso. Con la cámara nos inventamos una realidad, construimos un mundo, nuestro mundo, a través del visor. Asomarse al objetivo es abrir una ventana de apenas un par de centímetros que nos muestra un universo de posibilidades infinitas.

Entonces, ¿por qué asomarse a la pantalla del móvil no produce el mismo efecto? Mi respuesta, a título totalmente personal: con el móvil vemos, no miramos. Mirar es un ejercicio de construcción, es focalizar, es acotar la realidad para detenerla y contarla, a nuestro modo, es elegir inconscientemente un lugar, un detalle, una persona y detenerlos de por vida; mirar, al hacer un retrato, por ejemplo, es un ejercicio de intimidad hacia la otra persona, es escribirla, es captar nuestra forma de sentirla, es contar una historia, suya o nuestra, o de ambas. Porque escribir, de la forma que sea, es desnudar el alma, se quiera o no. Pretender no hablar de uno mismo cuando se escribe es una forma de hacerlo. Todo lo que pasa por nuestro filtro, se quiera o no, habla de nosotros.

Decía, Navia, gran maestro de la fotografía, que al hacer fotos se interactúa de otra forma con el mundo, se construye una mirada, se define un territorio. Navia viaja y fotografía buscando sus propias raíces, todo en él acaba y empieza en aquella caja de membrillo donde guarda las fotografías familiares. Navia es, para mí, el fotógrafo de la literatura, es el ejemplo de escribir mediante imágenes. Mirar una de sus fotografías es saber que hay una historia detrás, no adivinas cuál es, pero estás leyendo con la mirada. Navia fue el motivo por el que empecé a hacer fotografías. Gracias a él descubrí que podía escribir de otra manera, sin papel y bolígrafo, sin ordenador. Podía escribir la realidad de inmediato, podía inventarme un mundo a cada paso, aprender a mirar. Navia me ha hecho reescribir mi propio territorio y visitar los desconocidos como si ya los conociera, re-conocerme en mis paisajes, reescribir lo cotidiano. Viajar a Marruecos cámara en mano hace ya casi dos años fue visitar su Marruecos. Volver a lugares habituales después de su fotografía es volver mirando de otra manera.

Escribir y actuar son dos formas de mirar, son dos formas de desnudez que no andan tan alejadas una de la otra. Ni de la fotografía. Ni del arte. Porque creo que ahí donde somos capaces de volcar todo el miedo y el dolor es donde hallamos nuestro arte, nuestro asidero. La mirada en el teatro, en la interpretación, es una parte enorme de nuestro trabajo. Miramos, nos miran, nos miramos a nosotros mismos. Me atrevería a decir que sin la mirada del otro no existiría nada de lo que hacemos, porque sin el tú no existimos. Los ojos del teatro nunca miran al vacío. Hace poco decía otra maestra, Fernanda Orazi, que "la mirada edita, escribe una versión del mundo". Decidimos dónde y como mirar, consciente o inconscientemente, pero hacemos dramaturgia de la mirada.

Y es que creo que venimos al mundo para contarnos, cada uno a su manera, para escribirnos. Escribimos en el papel, escribimos en el escenario, escribimos detrás de la cámara, escribimos con un pincel. Infinitas formas, pero al final lo único que perseguimos es contar, somos relato. Construimos nuestro mundo y nuestra historia mediante nuestra creación. ¿Por qué hago fotos, por qué escribo, por qué actúo, por qué dibujo?, quizá para tratar de explicarme un poco mejor, para tratar de vislumbrar un camino que a la vez que ando voy trazando, quién sabe. Lo único que creo que sé, es que todo se conecta de alguna manera y que al final tendrá sentido. Las casualidades existen, pero no son casuales. Así que me quedo con los ojos que me han mirado y me han construido. 

Marruecos, fragmentos de lo cotidiano, Navia

Ruidera. Navia


Territorios del Quijote, Navia

Chechauene, 2016

Toledo, 2016

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